Andrés Marí para Kaos en la Red
Muy bien saben el Parlamento Europeo, las Universidades de Columbia y Navarra, el periódico El País, El Pen Club Català, y distintas entidades de Holanda, Suiza, España y de otros países del Primer Mundo, por Informes de los organismos de las Naciones Unidas, que el pueblo cubano, gracias a cómo su gobierno ha respondido ante sus crisis, es poseedor de más altos índices en Sanidad Pública, Educación, Cultura, Deportes y en muchas otras ramas de la vida social que cualquier otro país del Tercer Mundo. Por ello es que los cubanos que sostienen su sistema revolucionario merecerían los más altos premios del planeta. Pero, evidentemente, todos estos señores que premian en nombre de la “Justicia”, no quieren enterarse de cómo, hasta en sus propios países, los gobiernos han gestionado la crisis que viven haciéndosela pagar a sus pueblos y abandonando a miles de familias a una suerte demoledora. Con toda la mala intención del mundo han preferido entregar sus más preciados galardones, con diplomas y con dinero, a los llamados “disidentes cubanos” sobre la base de que estos defienden los Derechos Humanos. ¿De qué hablan, señores parlamentarios, universitarios, intelectuales, escritores, periodistas y otros oficiantes de tan infausta ralea al servicio del Gran Capital y de los poderosos intereses que gobiernan en los Estados Unidos de América? Sean coherentes, o un poco honestos, y haciendo honor a sus saberes y responsabilidades, digan que premian a los “disidentes cubanos” porque el mayor objetivo de la actual civilización, dirigida desde el Mal Común que hoy día impera en el mundo, es destruir el ejemplo de la Revolución Cubana y envenenar material y sicológicamente al pueblo que la mantiene.
Es muy claro que estos “disidentes” -y la mayoría de ellos lo confiesa sin el menor pudor-, quieren para su patria lo mismo que buscan el Imperio y sus secuaces, esos que dominan las almas caídas en la indignidad, la ignorancia o la traición a sus pueblos. Por ello esos cubanos no dudan en colaborar con todos los planes que puedan causarle a Cuba el mayor daño posible a cambio, en la mayoría de los casos, de percibir las 30 monedas que Judas recibió de los gendarmes romanos. Recientemente, llevados del Partido Popular Español, se han envalentonado en Estrasburgo pidiendo que la Unión Europea mantenga a Cuba la “Posición Común” que, junto al bloqueo norteamericano, constituyen las mordazas fundamentales para que el gobierno cubano apenas pueda resolver los problemas que agobian a su pueblo. ¿Qué personajes son esos? Cualquiera que quiera conocerlos, hasta el más incauto, si revisa algunos de los documentos filtrados por Wikileahs desde la sede estadounidense en La Habana, podrá saber que estos “disidentes” son meros mercenarios de la estrategia imperialista, que algunos ya son demeritados por sus propios amos y otros, sobre todo jóvenes, están siendo erigidos como las nuevas cartas de triunfo contra Cuba.
Y mientras toda la sarta de premiaciones, con abundante pompa en los grandes medios de información, sucede con los “disidentes”, en la complicada isla y en muchos rincones del planeta se premian a esos otros cubanos que, a pesar del cansancio, las limitaciones y otras angustias, se han mantenido bien lejos de la colaboración con el Imperio, han podido resistir tanta saña contra su patria y defendiéndose de la realidad, dentro o fuera de Cuba, han incurrido en múltiples errores –de los que la mayoría está consciente- y han seguido viviendo con la sabiduría de que pertenecen a una tierra que ha sido la abanderada más solidaria con los más necesitados del mundo. Estos premios no tienen ningún importe en metálico, son exclusivamente fraternales y no tendrán ninguna repercusión en los medios. No son entregados en suntuosos palacios ni por excelsas figuras de la politiquería mundial. Son los premios del aire, de la atmósfera limpia que algún precioso día respiraremos todos en la Tierra.
Algunos se preguntarán por qué premiar o destacar errores y no premiar y destacar virtudes. Bueno, de alguna forma, todo estará mezclado, como lo ha sido la propia vida del pueblo cubano, pero como ya estamos bastante agotados de tantos premios y relevancias a la heroica resistencia, –aunque pueda equivocarme-, he preferido recoger el latido que me dice que ahora mismo ha de premiarse y destacarse todo aquello que ese pueblo –perdón, el planeta entero en sus, más o menos graves, variantes-, habrá de revisar, arreglar, encaminar, para que algún día sólo quede el recuerdo de unos tiempos que se vivieron casi exclusivamente para contribuir con los principios que han de sostener al Ser Humano.
Habrá premios sencillos para Pedrito el cojo, por matar una vaca; para Dominga Fernández, por traer desde Santiago, en un tren demorado y atestado bajo un calor infernal, dos sacos cargados con 500 muslos de pollo; para Walfrido el tuerto, por envasar yogurt en botellas de ron y venderlas demasiado caras; para Danilo el cortador de cañas, por no gustarle ninguno de los trabajos que le ofrecieron y empezar a robar materiales de construcción; para Josefa la miliciana, por prestar su casa para trapichear con todo lo que se le presentara; para Ismael Batlle Cabrera, el internacionalista, por no comprender qué significaba ayudar a sus ancestros africanos; para Indira la madre dulce, por no creer que era mejor entregar el Campamento Infantil de Tarará a los niños de Chernobyl; Para Yanisleydis, por no haber estudiado, por no conocer su inmensa posibilidad de realización humana, por no querer hacer un análisis completo, por no saber que el Socialismo empieza a construirse desde uno mismo, por no saber cuáles son los valores fundamentales de la vida y que tienen sentido para todos, por no saber que librarse de la banalidad es la única salida al enajenante mercado de las vanidades y las antiguallas; para Gloria, Eduardo, Mercedes, Arturo, Mabel y Antonio, porque no comprendieron ni fueron comprendidos y se fueron del país.
Habrá premios más destacados para Fabio, Carlos Rafael, Blas, Lázaro, el Ché, Raúl Roa, Osvaldo, Fidel, Celia, Raúl, Vilma, Ramiro, Juan, Armando, Haydee, Jorge, Faure, otros dirigentes y funcionarios de segunda y de tercera, ministros, embajadores, múltiples diputados y diversas personalidades que, con ninguna o con muy pocas restricciones económicas y políticas, no supieron cómo se construía el Socialismo y en su intento por saber no pudieron sopesar las enormes dificultades que tenían para construirlo, pero no se rindieron y siguieron intentándolo. Y también para Aldana, Ochoa, Robertico, Lage, Felipe, Yadira y tantos más que pretendieron lo mismo con diferente suerte, aunque entre todos hicieron hasta lo imposible para que Pedrito no perdiera las dos piernas y Walfrido pudiera ver por uno de sus ojos. Los dos fueron heridos gravemente con la metralla lanzada por los mercenarios de Playa Girón. Esa primera victoria contra el Imperio en nuestro continente, tan vapuleado durante siglos, hizo fructificar uno de los hitos más descollantes de la Historia Moderna:
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